Cualquier extranjero que haya aterrizado hoy en el país debe haber pensado que acaba de llegar a una nación opulenta. Cómo será que que el gobierno acaba de anunciar que le va a pagar la mitad de los sueldos del servicio doméstico a cualquier ciudadano que lo necesite. ¿En Noruega tenés el mejor servicio médico con sólo ser ciudadano? ¿Corea invierte fortunas para generar empleos de altísima tecnología y productividad? Bueno, Argentina te supera todas las ofertas: con este nuevo plan el gobierno te va a dar un subsidio de hasta 15 mil pesos para que tengas un empleado que te limpie el baño, la única obligación es tenerlo en blanco. Lujo árabe. Se ve que somos riquísimos, porque hay muy pocos países en el mundo donde tantos hogares tengan empleados o empleadas como en Argentina. Y se ve que el servicio doméstico es una industria de punta a promover. ¡Ma’ qué biotecnología ni nanosatélites!
Es una noticia delirante. Es la estatización del servicio doméstico. Y esto, que sería insólito en cualquier otro país, a nosotros no nos resulta alucinante. Porque ya nada nos sorprende.
No nos sorprende, por ejemplo, que, como ya no queda nadie por jubilar en la Argentina -haya trabajado o no, haya aportado o no, todo el mundo se ha jubilado- el gobierno empiece a regalar jubilaciones a quienes están en plena edad laboral, sin tener siquiera la edad para jubilarse. Ni los países más ricos de la Tierra pueden darse esos lujos.
Pero nosotros sí. Todo es posible con el gobierno más demagógico de la historia, con funcionarios y funcionarias que temen ir presos si no ganan las próximas elecciones.
La Bolsa de Comercio de Córdoba calcula que el “plan platita” para ganar las elecciones nos va a costar 450 mil millones de pesos. Eso suman los anuncios hechos hasta ahora.
Son más de 13 mil pesos por cada votante, plata que el gobierno puede gastar para volcar las elecciones a su favor. Si lo concentra en el 10% del electorado -un porcentaje que sobra para decidir si se gana una elección o se la pierde- entonces va a gastar 130 mil pesos por cada votante. Van a ser los votos más caros de la historia.
Son fondos públicos, plata del presupuesto, pero en realidad es un presupuesto privatizado. Es dinero de toda la sociedad que los inescrupulosos del Frente de Todos van a usar para tratar de dar vuelta la elección. Lo dicen ellos mismos. Lo dijo el exministro de Salud de Kicillof, Daniel Gollán, sin que se le cayera la cara de vergüenza. Es el “plan platita”, la platita tuya y la mía, que la van a usar para comprar los votitos de ellos.
El Frente de Todos está violando un peligroso límite. Porque así es imposible competir electoralmente para los otros partidos, que no tienen 450 mil millones de pesos para comprar votos.
