El fin de semana se habló muchísimo de la propuesta del senador bonaerense Esteban Bullrich para dividir la provincia de Buenos Aires en 5 provincias. La cuestión es muy atractiva. Hubo muchas propuestas parecidas que se remontan a la generación del 80. Por supuesto ninguna prosperó. Y seguramente no prosperará la idea de Bullrich.
Lo cual no implica que Centralia, como llamamos acá a la franja central del país que va de Mendoza a Entre Ríos, debería apoyar con fervor la división de Buenos Aires.
¿Por qué? Bueno, porque dividir Buenos Aires significaría, por un lado, agrandar el poder político de Centralia. De las 5 provincias que sugiere Bullrich, tres serían provincias muy similares a Córdoba o más bien a Santa Fe, dado que las tres tendrían salida al mar. La del norte a través del Paraná y las del sur y la del este a través del Atlántico.
Hoy son tres zonas que son más discriminadas aún que las provincias de Centralia. No sólo no reciben subsidios. No sólo son también esquilmadas con los impuestos. No sólo son también perjudicadas con el reparto de la coparticipación. Sino que encima son ignoradas por su propio gobierno provincial. Porque a los políticos bonaerenses los impone el conurbano bonaerense -donde vive la abrumadora mayoría de bonaerenses- y no la gente del interior de esa provincia. Ciudades como Balcarce, Bahía Blanca, Mar del Plata, Azul, Olavarría, Tandil, tienen sociedades, economías e historias como las de Río Cuarto, Malargüe o Rafaela, pero en los hechos no tienen políticos que las defiendan.
Agregar tres provincias a Centralia implicaría sumar tres gobernadores que representarían intereses muy parecidos a los mendocinos, cordobeses o santafesinos. Y seis senadores nacionales. Y una porción importante de los diputados bonaerenses, que hoy son elegidos en listas sábanas armadas para el conurbano. Y una enorme cantidad de intendentes que hoy están obligados a encolumnarse detrás de un gobernador elegido en el conurbano.
Pero, encima, por otro lado, la propuesta incluye dividir al Conurbano en dos. Y eso significaría pegarle un tiro al corazón de la alianza populista entre el conurbano, las provincias feudales y los emiratos patagónicos. Esa alianza gobierna desde hace décadas el país porque, juntos, dominan el Congreso, imponen a los presidentes y definen este país anormal, único en el mundo, donde las regiones subsidiadas mandan y las regiones que las subsidian obedecen. Dividir Buenos Aires sería quitarle la columna central a esa alianza que nos domina. Precisamente por esa razón la propuesta de Bullrich difícilmente prosperará. Pero también precisamente por eso los gobiernos provinciales de Centralia deberían promover el plan Bullrich con todas sus fuerzas. Sería un verdadero golazo que daría vuelta para siempre la historia.