El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, planteó ayer en San Francisco la necesidad de que, alguna vez, gobierne el país “alguien del interior”. Para muchos, fue casi una forma de autopostularse para el 2023. Tal vez. Schiaretti tiene más blasones que muchos.
Pero el gobernador dijo algo más. Dijo que tendría que gobernar “alguien que sea federal en serio”.
Vamos a traducir esto. En lenguaje cordobesista significa que no basta que alguien sea del interior, sino que lo importante es para qué quiere ser presidente.
De hecho, desde 1983 la Argentina tuvo tres presidentes del interior: Menem, Kirchner y Cristina Fernández. Pero ninguno de ellos hizo gobiernos federales. Desde que Domingo Cavallo dejó a Menem en 1995, todos terminaron gobernando para la alianza estatista/populista que arman en el Congreso el conurbano bonarense, la ciudad de Buenos Aires, las provincias feudales del norte y los emiratos patagónicos del sur. De hecho, de estas cuatro zonas surgieron todos los presidentes. Jamás hubo un presidente de la franja central del país, eso que acá llamamos Centralia y que va de Cuyo a la Mesopotamia.
Desde hace tres décadas -con muy pocas excepciones- esa alianza populista reparte el presupuesto nacional. Y con eso engorda su burocracia estatal, su empresariado débil y prebendario, y su clientelismo subsidiado. El gigantesco presupuesto nacional se gasta enterito en la Capital Federal y el Conurbano. La coparticipación eterniza el despilfarro en las provincias. Y miles de ventajas impositivas, regalías y subsidios riegan la Patagonia y el Norte. Toda esa decadencia programada se paga con los impuestos de Centralia, donde subsiste algún sector privado en serio.
Y no hay forma de sacar a esa alianza del poder. Hoy mismo, 350 entidades empresarias de Córdoba, Mendoza, Entre Ríos y San Juan (buena parte del mapa de Centralia) emitieron un documento para pedir un acuerdo político de fondo. La ausencia del empresariado de Santa Fe es inexplicable. Tal vez pesen todavía algunas prebendas, una cuota de temor, o cierta cuota de porteñismo aspiracional en el sur santafesino.
Estas empresas de Centralia dicen, entre otras cosas, que “sin un sector privado fuerte y libre” no habrá salida para el país. Es un idioma desconocido en el resto de la Argentina, donde predomina la patria subsidiada. Y muy conocido para los gobernadores de Centralia, esos que jamás han llegado a la Presidencia.