Hay noticias que parecen lejanas para la Argentina; en el espacio y en el tiempo. Pero a veces no es así.
Ayer, el gobernador de California, Estados Unidos, firmó un decreto estableciendo que a partir de 2035 en California no se van a poder vender más autos 0 km que funcionen a nafta o gaoil. Todos los coches nuevos tendrán que emitir cero gases de efecto invernadero.
Para 2035 falta un toco: 15 años. Sin embargo la noticia fue un bombazo. ¿Por qué? Bueno, porque hay cosas que, aunque no sean inmediatas, anticipan el futuro, y los agentes económicos a su vez se anticipan a ese futuro. Entonces, la dinámica económica por completo se adelanta.
El futuro llega antes
La decisión de California es muy importante porque acelera lo que ya sabe que va a suceder: el fin de la civilización basada en el motor de combustión que causa el efecto invernadero y el calentamiento global.
Claro, California no es cualquiera. Allí se vende el 11% de los autos de todo Estados Unidos. Y su señal, por lo tanto, es muy fuerte.
Los inversores bursátiles, por ejemplo, empiezan a invertir cada vez menos en las automotrices que no se pasen al auto eléctrico y le darán cada vez más dinero a Tesla, y otros fabricantes de autos eléctricos, que tendrán así cada vez más escala y eficiencia que sus competidores. No es broma: en California, además de Tesla, que ya vale nueve veces más que hace un año, hay otros 34 fabricantes de autos eléctricos.
El dinero de investigación y desarrollo irá cada vez menos a desarrollar motores de combustión eficientes y cada vez más a mejorar las baterías de los autos eléctricos. Y entonces éstos serán cada vez más baratos y mejores que los otros, acelerando así el cambio.
Por ejemplo, las estaciones de servicio tenderán a invertir menos en California si ya saben que ese mercado se achicará cada vez más. Y si las estaciones empiezan a ser cada vez más escasas, y eso, en definitiva, también termina desalentando por adelantado la compra de autos a nafta.
Las empresas de energía hoy focalizadas en el petróleo también ven todo esto y también se anticipan a migrar hacia otras energías menos contaminantes. Y ponen su esfuerzo allí, con lo que se puede esperar que la electricidad para alimentar los autos eléctricos generada en energías alternativas sea cada vez más barata.
Al final, podría suceder que el mercado termine abandonando el auto a nafta antes de 2035. Y el decreto californiano habrá tenido gran efecto antes de entrar en vigencia y ningún efecto después de estar vigente. Paradojas.
¿Qué hacemos con Vaca Muerta?
La cuetión es que este fin anticipado del mundo basado en combustibles fósiles va teniendo implicancias enormes y mundiales. Y en Argentina no estamos excentos.
Para nosotros, por ejemplo, plantea preguntas fundamentales: ¿vamos a planear en qué nos vamos a transportar o vamos a seguir con el vamos viendo y le vamos dando, como siempre? ¿qué pasará con la industria automotriz nuestra en este cambio?
Yo me hago otra pregunta: ¿qué vamos a hacer con Vaca Muerta en un mundo que va a demandar menos combustibles fósiles tal vez mucho antes de lo que se pensaba?
Vaca Muerta apareció en 2011, cuando el precio del petróleo todavía estaba altísimo. Argentina confiscó YPF a un precio altísimo pensando que el gas de Vaca Muerta le iba a dar otra riqueza igual a la de la Pampa. Hablábamos de la Vaca Muerta y de la Vaca Viva. Queríamos hacer lo mismo que Estados Unidos, que desarrolló con muchísima rapidez el gas no convencional.
Pero nosotros nos demoramos. La inestabilidad financiera del país, las tarifas congeladas que no reconcieron el precio real del gas, la ambición de las provincias petroleras que pretenden vivir de arriba cobrando regalías altísimas, los sindicatos que encarecieron los costos de producción. Generaron un combo que, en definitiva, impidió el desarrollo sólido y rápido de Vaca Muerta cuando los hidrocarburos valían y el mundo los demandaba.
Ahora los precios del petróleo están por el piso en el mundo. Y parece que esa baja no va a ser circunstancial, sino que llegó para quedarse por esta desaparición anunciada del motor a combustión. Y si el petróleo vale poco eso tampoco ayuda a producir gas. Porque van de la mano. Como la harina y el aceite de soja. Si el aceite de soja pasara a valer cero, el negocio de la harina también perdería atractivo. Y eso pasa con el gas.
A veces hay noticias de cosas que suceden lejos y parece que no nos van a afectar. Pero no es así. De hecho, acá estamos nosotros, preguntándonos si tiene sentido que la Argentina siga gastando esfuerzos en Vaca Muerta porque ayer un gobernador estadounidense firmó un certificado de defunción por adelantado para el viejo y querido motor a explosión.