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Cadena 3

La quinta pata del gato

¿Y si el congelamiento de Feletti no funciona, qué?

Por primera vez se imponen legalmente tanto precios como la obligación de producir alimentos. Lo que viene es apriete de empresas. Y después viene recular o... radicalizarse.

21/10/2021 | 14:35

El nuevo intento del kirchnerismo por controlar los precios cruzó un límite que nunca había traspasado. Ni siquiera con Guillermo Moreno o Axel Kicillof. El secretario de Comercio Roberto Feletti, por primera vez, sacó un norma que exige a los supermercados vender a determinados precios y a la agroindustria producir sí o sí, aún si esos precios no le convienen. Hasta ahora siempre había habido acuerdos más o menos forzados, pero no una lista inconsulta. 

Ahora el Estado puso en juego su autoridad. Ha dicho que los condones Tulipán superfinos por seis unidades en Neuquén deben costar 244 pesos con 22 centavos. Y lo mismo con 1.500 productos.

La lista es una chapucería. Da para el chiste. Algunos que ya no pueden hacer el rulo comprando dólar oficial y vendiéndolo en el mercado blue se entusiasman con comprar el helado Chomp de Frigor por 180 gramos a 297 pesos en Santa Fe y venderlo en Santiago del Estero, donde Feletti dice que debe costar 503 pesos: 69% más. Hay productos de la lista que no tienen precios. Hay productos que en la lista están más caros que en el súper. Y hay productos que están 40% más baratos que en el súper.

Pero más allá de que la lista sea un chiste, ahora Feletti tiene que hacer que esto funcione. ¿Qué pasa si no funciona? 

Bueno, el gobierno podría reconocer que está equivocado y dejar de gastar pesos sin respaldo de una vez, que es la real causa de la inflación. Pero es difícil que el chancho vuele después de tantos años rengueando. 

Lo más probable es que insista. Y si el gobierno insiste en ajustar el tornillo de los precios con el serrucho de Feletti, no le va a quedar otra que radicalizarse.

Lo primero será obligar a los súper a poner los precios de la lista. Si los súper no consiguen productos a esos precios, habrá desabastecimiento. Y Feletti tendrá que apretar a los fabricantes. Puede multarlos, clausurarlos, quitarles concesiones o inhabilitarlos para ejercer el comercio, quitarles créditos oficiales, sacarlos de moratorias de la Afip, entre otras cosas.

Si eso no funciona, hay que ver qué pasó en los pocos países que cometieron estos disparates. En Venezuela el control de precios empezó en 2003. Hubo desabastecimiento. Entonces Chávez estatizó fábricas y supermercados que fracasaron (el ejército ocupó todas las arroceras, por ejemplo), aterrorizó a las empresas que no estatizaba (Polar, la Arcor de Venezuela, sólo en 2011 tuvo 2.200 inspecciones en sus plantas) y repartió 2,7 millones de hectáreas y subsidios multimillonarios a "cooperativas" como las de Persico&Grabois SA, que nunca funcionaron.

Con ese cóctel, Venezuela prácticamente dejó de producir alimentos. Entonces Chávez terminó importando cada vez más alimentos. Pudo hacerlo hasta que cayeron los precios del petróleo y la petrolera estatal dejó de exportar cuando quedó obsoleta, luego de tantos años sin invertir los dólares que ella conseguía pero que se destinaban a importar alimentos.

Pero Argentina no tiene esa petrolera estatal ni nada parecido.

De manera que, si Feletti se radicalizara en esa línea, todo sucedería más rápidamente. 

El final no es grato si uno se guía por Venezuela. Dieciocho años después del primer congelamiento de Chávez, su sucesor Maduro, firmó ayer la enésima lista de precios fijos que nunca se cumplen para productos que nunca se consiguen. En el medio, 5 millones de venezolanos huyeron del país. Y la inflación, por supuesto, no se arregló: en los últimos 12 meses la inflación, según el mismísimo Banco Central de Venezuela, fue de 1946 por ciento.

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