Hace más de una década que Yacimientos Carboníferos Río Turbio no logra cumplir su misión: producir carbón.
La mina nunca funcionó bien. Por empezar, porque no había modos rentables de transportar el carbón. Además, la gestión estatal nunca fue eficiente: un ejército de empleados caros sacando un carbón de bajo poder calórico.
El kirchnerismo se hartó de meter fortunas, que dieron lugar a causas por una corrupción homérica. Ya en el primer gobierno de Cristina puso 1.700 millones de dólares para construir una central térmica. La idea era quemar el carbón ahí para no tener que trasladarlo. Metió otra fortuna en una cinta para llevar el carbón en la central. Otra en un depósito. Sigue sin funcionar. Dicen que hay que meter otros 250 millones de dólares. Pero si la central alguna vez arranca no saben si habrá carbón suficiente.
Sin embargo, pese a esta verdadera enciclopedia de fracasos, el gobierno les va a pagar a los cerca de 2000 empleados de la mina -de donde no sale nada de carbón- un premio a la productividad.
Es lo mismo que cobran los empleados de Epec. También se llama BAE, Bonificación Anual por Eficiencia. ¿Eficiencia en qué? Nadie sabe.
Hace 7 años ese beneficio había dejado de pagarse.
Pero ahora, el interventor de Río Turbio, Aníbal Fernández, dice la agencia de noticias API, dispuso 720 millones de pesos para volver a pagar este premio a la nada. Que le va a costar al Estado argentino, que está en déficit, quebrado, al borde de un nuevo default, unos 300 mil pesos por cabeza.
El Estado argentino lleva décadas fracasando en quemar carbón, sobre todo por que ni siquiera es capaz de extraer el carbón de la tierra. Pero eso sí: sigue siendo el mejor a la hora de quemar pesos, sin ton ni son y sin sentido alguno.