No sólo la cuarentena empieza a revertirse por regiones en el país. El gobierno de Alberto Fernández también tiene que empezar a cerrar la billetera, que está exhausta. No da más. Con emisiones sin respaldo de 300 mil millones de pesos al mes (dicen que sería de 400 mil millones para mayo) el riesgo de que el fin de la pandemia desemboque en una altísima inflación es enorme.
Lo que tiene que pagar este mes el gobierno es una cuenta récord. Recién terminó de pagar la primera cuota del Ingreso Familiar Extraordinario, que tomó dos meses. Y ahora en junio tiene que pagar la segunda, pero toda en el mes: 90 mil millones de pesos.
Las provincias no tienen para pagar los sueldos de sus empleados públicos. Y ya le golpean la puerta a Fernández para pagar, además, la pesadilla del aguinaldo: más de 20 mil millones.
Las jubilaciones de junio ya se están pagando desde el lunes con el aumento del 6,12%, y encima hay que bancar el aguinaldo: 100 mil millones, sólo para empezar a hablar.
Y encima está el subsidio a los salarios privados. El mes pasado fueron 85 mil millones y eso que quedaron muchos afuera. Ahora, encima, las empresas tienen que pagar el medio aguinaldo. Y pidieron para eso. Serían otros 40 mil millones.
Imposible financiar todo sin saltar por los aires cuando todos esos pesos se empiecen a mover.
Con estos números se entiende por qué, ayer, el Presidente descartó de plano subsidiar también el medio aguinaldo de las empresas y metió al Congreso un proyecto para seguir fijando él por decreto los aumentos jubilatorios en lugar de elaborar una nueva ley de movilidad.
Es más: en el interior del país nos vamos a tener que preparar para un cimbronazo, porque el gobierno ya avisó que el subsidio a los salarios privados se va a achicar o va a desaparecer para los sectores económicos y las regiones que ya pueden trabajar.
