El agro de la Argentina sufre la falta de infraestructura, paga impuestos brutales como las retenciones que nadie más paga y, aunque es el que consigue dólares, el gobierno le entrega por cada dólar apenas la mitad de lo que en realidad vale. Nos llevaría todo el día hablar de todos los castigos que impiden el desarrollo del sector más competitivo de la economía y, por ende, del interior trabajador del país.
Ahora hay una nueva. Como los precios internacionales de la energía vienen subiendo, por ejemplo el petróleo, la presión sobre los precios de la nafta y el gasoil en los surtidores argentinos es fuerte. Expertos consultados por la publicación especializada surtidores.com dicen que, para fin de año, los precios deberían subir 15%. Pero el gobierno no permite ninguna suba hasta después de las elecciones. Entonces fuerza a YPF a vender barato, tal vez a pérdida. Y como YPF tiene más de la mitad del mercado, las otras empresas no tienen margen para subir el precio.
Pero, claro, eso pasa en el mercado minorista. En el mercado mayorista del gasoil, los precios están liberados. Y están recalientes. Vienen subiendo desde julio. Se calcula que en septiembre treparon 10%. Y el precio mayorista ya es más alto que el minorista, lo cual es un absurdo más en la absurda economía argentina. Comprar por cantidad es más caro que comprar de a poquito.
¿Quién compra gasoil al por mayor? Distintas industrias, empresas de transporte, pero sobre todo, el campo. Lejos, el mayor consumidor del país.
Algunos estacioneros independientes ya están viendo las consecuencias: las petroleras empiezan a limitarles el gasoil que le envían, porque prefieren vender el gasoil caro en el segmento mayorista antes que venderlo barato a los consumidores minoristas o permitir que los estacioneros stockeen gasoil a la espera de que aumente el precio o lo revendan a consumidores mayoristas.
Como sea, la consecuencia es una: YPF -y el Estado- empiezan a subsidiar el consumo de gasoil a casi todo el mundo, excepto al agro, el mayor consumidor del país. “Si el campo quiere gasoil, que lo pague”, es la lógica.
Claro: así, la discriminación ya es grotesca. Cuando los precios mundiales de los alimentos suben, al agro lo castigamos con la excusa de abaratar los precios internos de los alimentos, pero cuando los precios mundiales de la energía suben al primero al que le hacemos pagar esos altos precios es al agro. Es la historia sin fin.