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Cadena 3

Acuerdo con el FMI

Relato y ajuste: días de definición para Alberto

Nora Cortiñas corrige al vuelo al Presidente por un error que no cometió. Él, igual, se apresura a pedir perdón. Porque, en el fondo, el relato es un insumo para continuar el ajuste.

25/02/2020 | 11:10

Falta nada para que terminemos de deshojar la margarita. Hoy el ministro Martín Guzmán se verá cara a cara con los fondos de inversión más grandes del mundo, para pactar la reestructuración de la deuda argentina.

Y en semanas, el rumbo del gobierno de Alberto Fernández quedará definido. La cortesía, buena voluntad y amplitud mostrados por el capitalismo europeo y estadounidense, además del Fondo Monetario Internacional (FMI), han sido tan generosas que nadie espera que Fernández vaya a sacar los pies del plato para abrazarse a China, Rusia o el bolivarianismo menguante que le gusta al cristinismo.

Argentina se apresta a firmar su acuerdo número 29 con el FMI, y aceptará que el Fondo fiscalice sus políticas y cuentas públicas. No sólo eso: la Casa Rosada se entusiasma en conseguir un encuentro en la Casa Blanca con Donald Trump, mientras cuenta con el respaldo del Tesoro de Estados Unidos para sentarse a negociar con los acreedores sin patear ninguna mesa.

Claro, todo esto no sólo tiene muy poco sabor a épica para los paladares K. Porque, también, definirse por Occidente implica optar adentro por políticas económicas y sociales racionales. Que acá les llamamos ajuste. Por ejemplo, mañana nomás, es posible que en la paritaria docente el gobierno ofrezca una suba del salario mínimo que va a estar lejísimo de la inflación anual, pasada o proyectada.

Las tensiones dentro de la alianza entre el kirchnerismo y el PJ se van a sentir. Y si van a tener que militar el ajuste, los sectores K más radicalizados van a exigir como mínimo un respeto inmaculado al relato K.

Un ejemplo es el modo brutal en que ayer Nora Cortiñas catalogó de “negacionista” a Fernández sólo por haber sugerido en un acto de las fuerzas armadas “dar vuelta la página” sobre el estigma que siguen acarreando los militares de hoy, aunque en los años 70 hayan estado en el jardín de infantes. 

Fernández se apresuró a arrodillarse sobre el felpudo y pedir perdón. El Presidente va a aceptar cualquier cosa en el plano del relato, porque en este momento la clave no son las palabras. La clave es un hecho: hacer que la sociedad acepte continuar el ajuste iniciado por Mauricio Macri. Y ese hecho está a punto de tomar velocidad después de la calma chicha del verano.

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