Por enésima vez, el país entero debe ponerse al entero servicio del conurbano bonaerense.
El presidente, como todos los presidentes, entra en pánico. Su miedo, como siempre, está justificado: la pandemia y la cuarentena pueden desatar el caos. Alberto Fernández, Axel Kicillof, los 25 intendentes del área no necesitan ver los videos que muestran a la policía echada a piedrazos para temer saqueos y conflicto.
Entonces acá estamos, otra vez, todo el país con el corazón en la boca por la pandemia, y todo el país con un segundo corazón en la boca por lo que pueda pasar en esa deformación demográfica inviable. Un lejano oeste cada vez menos civilizado y más oneroso.
Todos nosotros, afrontaremos la crisis con una nueva oleada de ayuda, que como siempre, se concentrará en el conurbano.
Además de todos los subsidios que ya reciben en exclusiva desde hace tanto, ahora la Nación instala allí hospitales móviles, y Fernández anuncia hospitales de alta complejidad. Y volverán los bolsones, para alegría de intendentes y punteros. Y, por supuesto, también seguridad. En el conurbano estará la policía bonaerense, pero también las policías municipales, y la Federal, la Gendarmería y la Prefectura, que ya casi están inventariadas a nombre del conurbano. Ahora se agregaron el Ejército y la Fuerza Aérea a vigilar que se cumpla la cuarentena. En el resto del país cada policía provincial debe arreglárselas.
Así que el resto del país tendremos que ponernos de nuevo. Para nosotros mismos y… para el conurbano. Aunque algunas cosas ni siquiera estén justificadas en números. Hasta anoche, Tierra del Fuego, Capital Federal, Chaco, Córdoba, Río Negro y Tucumán tenían más infectados por habitante que la provincia de Buenos Aires. Y esos números son incluso relativos porque por supuesto los testeos también se concentraron en el Gran Buenos Aires.
Pero es una pelea perdida.
Igual todos los recursos irán para allá. Porque el conurbano es inviable. Su única forma de existir es secuestrar a la clase política que, en lugar de cambiarlo, termina alimentándolo.
Claro, en la urgencia, no queda otra que poner todos los recursos allí ante la extorsión. El tema es preguntarnos ahora qué vamos a hacer con el Conurbano después de la urgencia, si es que alguna vez haremos algo con toda ese desastre de décadas que se viene deglutiendo un país completo.
