Si no fuera por el coronavirus, que copó por completo la agenda, esta semana estaría cerrando con otras noticias. Entre ellas, habría dos bastante positivas para el Gobierno de Alberto Fernández.
Una, fue que el paro del campo no pasó a mayores. Se sintió en la menor oferta a Liniers, sobre todo. Pero la verdad es que los ganados y los granos que no se vendieron estos días no desaparecen. Se vendieron antes y se venderán después. La Mesa de Enlace pudo mostrarse unida, pero el paro no se extenderá. Muchos productores ejercieron su derecho a protestar, pero no cortaron rutas ni hubo incidentes. El malestar sigue ahí porque es insólita la presión impositiva sobre el campo, pero la sangre no llegó al río.
La otra noticia es que el gobierno tuvo nuevos indicios de que algunos verdaderos bastiones del kirchnerismo están dispuestos a militarle el ajuste si es que Alberto Fernández se decide a seguir haciéndolo con austeridad fiscal y no con más inflación o con un default.
Estamos hablando de los sindicatos universitarios. Los profesores tienen una cláusula gatillo de inflación que le habían sacado al gobierno de Mauricio Macri. Según eso, tenían que cobrar en marzo un aumento de casi 15% sobre los salarios de octubre. Pero el Ministro de Educación, Nicolás Trotta, ofreció un 9,7% y el resto a completar hasta junio. Mientras, queda por negociar la inflación de estos primeros meses.
En definitiva, el gobierno necesita ir licuando salarios estatales con inflación para reducir el gasto real, que es lo que la Argentina viene incumpliendo desde hace una década. Es muy positivo que ahora licúen por ejemplo un tercio de la inflación. Ojalá lo hubiéramos empezado a hacer mucho antes.
La propuesta de Trotta ya recibió un medio visto bueno de sindicatos como Conadu, Fedun, Ctera y UDA, entre otros, que hicieron algunas piruetas para justificar lo que frente a otro gobierno hubiera desatado protestas, carpas blancas y marchas federales. Sólo Conadu Histórica ya lo rechazó.
Para el gobierno, esta comprensión de los gremios universitarios, abrumadoramente kirchneristas, no importa sólo en términos presupuestarios. Su importancia es política, porque las universidades nacionales han sido y son clave para construir y difundir el relato K de los gobiernos progresistas y populares.