A medida que aumentan los pacientes afectados por coronavirus, crece un conflicto inevitable: qué hacer si los hospitales de una región colapsan mientras en otra región hay camas vacías. ¿Hay que llevar pacientes de un lado a otro o no? Por un lado, hay una cuestión de solidaridad elemental. Por el otro, hay que tratar de resguardar las zonas libres del virus para no agravar el problema.
La cuestión ya está en ese nivel. Si se considera todo el país, apenas el 4% de las camas de terapia intensiva están ocupadas dijo hace unos días el ministro Ginés González García. Pero si se mira el conurbano, en algunos partidos ya la mitad de las camas están ocupadas.
La cuestión se reproduce en todos los niveles. La semana pasada un diputado chileno sugirió la posibilidad de que Chile pudiera recibir ayuda de provincias argentinas cordilleranas. El gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, dijo que su provincia, la única sin casos, va a ser solidaria con otras provincias llegado el caso. El COE de Córdoba manifestó algo similar. Pero no todos piensan igual.
Cómo será que se discute incluso dentro de las mismas provincias. En Buenos Aires ya hay todo un debate entre el gobernador e intendentes de ciudades como Mar del Plata, Bahía Blanca y Tandil.
La cuestión ha llegado al propio conurbano, esa treintena de partidos que rodean a la Capital Federal que son los más afectados del país y que enfrentan una situación aún más complicada: tener que albergar a enfermos de partidos vecinos mientras a ellos mismos les va llegando el agua a la nariz.
El gobernador Axel Kicillof tiene que plantear la cuestión con extrema delicadeza. Por un lado, ha planteado que por ahora los traslados, incluso dentro del propio conurbano, sólo se harían con pacientes leves y si el intendente está de acuerdo. Y, además, ofreció una compensación: 2.000 pesos por noche de internación. Si el sistema se pone en marcha será una especie de “aduana sanitaria” que, como todas las aduanas, cobrará un arancel para permitir la “importación” de pacientes.
