Ya es imposible llevar la cuenta de la cantidad de dinero que todo el país gasta en subsidiar trenes, colectivos, agua, luz, limpieza, piqueteros, comedores y bolsones del Gran Buenos Aires, es decir, de la Capital Federal y del Conurbano bonaerense. Ni hablar de que con la excusa de la pandemia el área se está tapando de hospitales públicos que en el resto del país se tiene que pagar cada provincia. O de que la Nación está tirándoles 20 mil millones de pesos a los intendentes del conurbano para que sigan haciendo cordones cuneta (¿cuántas décadas hace que vienen con los cordones cuneta? O las calles son interminables o se fuman la plata).
Pero ahora habrá más. Los piqueteros de Juan Grabois y el kirchnerismo de Máximo Kirchner le agarraron el gusto a un plan que había armado, pero no ejecutado, el macrismo para urbanizar villas miseria, ahora llamados barrios populares, titularizando viviendas. Piensan gastar en eso 3.200 millones de dólares.
El tema es adónde los van a gastar. Por supuesto que, si el plan alguna vez comienza (Argentina no tiene los 3.200 millones de dólares), va a empezar por el conurbano, como siempre. Es lo normal. Como también es normal que esos planes mueran con la próxima crisis, antes de llegar al interior.
Pero, aún si se hiciera completo, el 60% de las familias beneficiarias, al menos es lo que plantea el esquema original, van a ser de villas Gran Buenos Aires, donde vive sólo el 37% de la población del país. En cambio, en una provincia como Córdoba, por ejemplo, los beneficiarios serían sólo 2,5% de la población, aunque los cordobeses sean el 8,5% de la población del país.
Es decir, estamos otra vez ante el riesgo de una brutal concentración de recursos en el mismo lugar de toda la vida.
Esto no es sólo injusto. Lo peor es que es suicida.
El conurbano fue una creación artificial de la sustitución de importaciones. Eso murió hace 30 años. Y desde entonces hay que subsidiarlo. Pero la Argentina, lejos de subsidiar su reconversión, lejos de subsidiar su reducción, lejos de subsidiar que esa población se traslade al país vacío del interior, sigue subsidiando al Gran Buenos Aires para que siga creciendo.
Este plan es el mejor ejemplo. Pueden llenarse la boca de federalismo, pero el interés electoral, la cobardía política y la ineptitud administrativa de los sucesivos gobiernos van a seguir amontonando argentinos en el 0,5% del territorio del país. La gente no es tonta: va a seguir amuchándose donde las cosas son gratis o casi. Y yéndose de donde no le asfaltan un kilómetro de tierra ni por equivocación.
Es la única política de Estado que, en verdad, ha seguido la Argentina en 70 años. Hacer todo lo posible para que haya cada vez más Conurbano. Hacer casas donde, desde hace ya demasiados años, no hay de qué vivir.
