Una de las fotos más llamativas del fin de semana fue la de la visita de matrimonios que Hugo Moyano y su esposa hicieron al presidente Alberto Fernández y su pareja. Indignó que se exhibieran sin barbijos y sin distanciamiento.
Pero la verdad es que la reunión fue importante por otras cuestiones. La última vez que Fernández recibió a Moyano, en abril, lo calificó de “enorme” y les dio un consejo insólito al resto de los sindicalistas a la hora de negociar: “Nunca cedan, sean como él”.
Lo que es hablar a la bartola. Porque ahora lo que necesita Fernández es que los sindicatos aflojen con los reclamos salariales. Si no, no se sabe cómo harán para sobrevivir miles de empresas que están trabajando a media máquina y a las que Fernández les está retirando de a poco el subsidio a los salarios. Los camioneros ya arreglaron una suba de 30% pero Fernández necesita que Moyano no salga a competir en la CGT diciendo: “mirá lo que consigo yo”, para que los otros gremios se queden en el mazo.
No es lo único. Moyano también fue a buscar la venia de Fernández para reducir el IVA que pagan los municipios para recolectar los residuos. Es un beneficio directo para Moyano. Muchos de sus afiliados son recolectores de basura. Se entiende: lo que no se paga en IVA, en impuestos, queda liberado para destinarse a los salarios.
Así es muy fácil aumentar sueldos. El resto de las empresas argentinas de todos los rubros deberían pedir lo mismo. Si no, es una flagrante violación de la igualdad ante la ley. Otra más.
Pero será difícil que tengan suerte. Ya lo dijo este fin de semana el ministro de la Producción, Matías Kulfas. Le dijo a Perfil que, para que cada sector salga de la pandemia, “habrá trajes a medida para cada situación”. Nada de reglas generales.
Ayer, Moyano fue a probarse el traje que Fernández le está cosiendo en Olivos.
