Mañana será el día D para los docentes. El gobierno nacional hará su oferta salarial en la renacida paritaria nacional.
Según los trascendidos la oferta va a ser parecida a lo que se hizo con los jubilados nacionales. ¿En qué sentido? En el sentido de que va a tender a achatar las escalas. Habrá una suba porcentual, pero inferior a la inflación. Y sumas fijas a pagar en meses puntuales, que no pasarán a formar parte del sueldo.
Es la misma combinación que se aplicó a los jubilados. Y el efecto será el mismo: achatar un poco los salarios, con el efecto global de una moderación del gasto a cargo de los que más ganan.
Después, los gobiernos provinciales, que son los que pagan los sueldos, podrán otorgar subas por encima de la paritaria.
Pero eso no está claro que vaya a suceder en lo inmediato. En primer lugar, van a quedar apenas dos días hábiles antes del inicio de clases para que los sindicatos y los gobernadores negocien.
En segundo lugar, los gobernadores son los más interesados en que el ministro de Educación, Nicolás Trotta, consiga imponer un aumento lo más mezquino posible.
Así como el gasto en los jubilados y pensionados es el mayor gasto de la Nación, en la mayoría de las provincias la parte del león son los sueldos docentes. No hay ahorro significativo que se pueda hacer en la Nación sin recortarles a los jubilados, porque casi la mitad del gasto total se va en ellos.
Y no hay ahorros que se puedan hacer en las provincias sin afectar sueldos docentes. Las provincias tienen declarados 2,4 millones de empleos. La mitad son maestros. En Córdoba, por ejemplo, los sueldos docentes son casi el 40% del todos los salarios que paga la Provincia. Son por lejos la mayor partida presupuestaria en casi todos los distritos.
Además, una vez que se logra imponer la austeridad sobre los sueldos de los maestros es políticamente más fácil extenderla al resto de los empleados públicos.
Así que está claro: los docentes son los jubilados de las provincias. Y es casi seguro que también les espera la era del achatamiento.
