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Cadena 3

La otra mirada

Cristina en YPF: ¡Otra oportunidad, otra oportunidad!

Los K fueron de todo: privatistas y estatistas. También probaron con la "burguesía nacional". Hoy YPF vale monedas y está a tiro de fondos buitres. Pero no nos cansamos de verlos fracasar.

20/01/2021 | 08:40

Es casi un hecho que Guillermo Nielsen dejará la presidencia de YPF. Como ya sucedió en muchos casos, el economista, que responde directamente a Alberto Fernández y tiene una larga relación con Roberto Lavagna y Sergio Massa, será reemplazado por Pablo González, un santacruceño del riñón kirchnerista. Será la frutilla del postre para Cristina Fernández, que ya controla toda la energía (desde los entes reguladores hasta la línea ejecutiva de YPF). Alberto Fernández no manejará ni una caja de fósforos dos patitos.

Vamos a ver si esta vez el kirchnerismo le acierta con YPF. Hace casi 30 años que los Kirchner tienen un protagonismo total. En 1992 Néstor y Cristina eran privatistas furiosos. Fueron clave para que el Congreso votara la privatización. El premio fue que Santa Cruz pasó a cobrar cientos de millones de dólares en regalías. Los Kirchner ultraprivatistas también ordeñaron YPF vendiendo las acciones que la propia Santa Cruz tenía en YPF. Después, cuando Néstor era presidente, se le ocurrió que YPF debía ser de la burguesía nacional, burgueses que casualmente eran los Esquenazi, tan pero tan conocidos de Néstor que parecían socios. Los Esquenazi lograron el milagro de comprarle un cuarto de YPF a Repsol con plata que la propia Repsol les dio, presionada por Kirchner.

Después, en su fase de relato progre, a Cristina descubrió a la estatista que había vivido atrapada en su cuerpo y se le ocurrió confiscar YPF. Su ministro Axel Kicillof la pagó cara, con el crudo en precios mundiales récord.

Pero además lo hizo mal, violando estatutos. Y eso permitió que las acciones de Esquenazi terminaran en manos de un fondo buitre -sí, como el de Paul Singer, caete de cola- que hoy tiene agarrada a YPF de donde empieza la entrepierna con un juicio en Nueva York.

Finalmente, quebraron la YPF estatal. Antes de la pandemia ya valía una fracción pálida de lo que pagó Kicillof. Hoy está peor que nunca. La golpearon la errática política argentina, pero también el desmanejo. El propio Nielsen dijo el año pasado que a la YPF estatizada la habían llenado de empleados sin que se aumentara la producción.

En el trayecto de todos estos fracasos, la Argentina perdió el autoabastecimiento energético. El macrismo casi logró recuperar el autoabastecimiento del país. Pero no frenó el viaje de YPF al sótano.

Y ahora ahí está de nuevo Cristina Fernández, reina y señora de la energía y de YPF. Para hacer su capricho.

Y nosotros estamos como en el chiste ese en el que el público de un concurso pide “otra oportunidad” para el concursante, sin importar que las respuestas sean erróneas o correctas. Así estamos: 30 años dándoles otra oportunidad a los mismos soberbios inútiles de siempre, sin siquiera exigirles que al menos cuenten con qué otra genialidad tienen pensado sorprendernos esta vez.

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