Alberto Fernández habló sobre el dólar el fin de semana y a medio gabinete se le vino el corazón a la boca. Casi distraído, como si no se diera cuenta de lo que estaba haciendo, el Presidente salió el sábado a decir que las compras de 200 por mes de dólar ahorro “son un problema”. Fernández remarcó el problema que significa el IFE: muchos de quienes cobran el subsidio lo usan para comprar el dólar ahorro en 100, que luego venden en el mercado paralelo a más de 125. Los 10 mil pesos del subsidio pueden transformarse en 15.000 si se hace dos veces la operación.
Aunque el monto no es grande, al Banco Central igual le hacen un agujero en las reservas, porque por ejemplo en julio 4 millones de personas compraron este dólar. Y para el Central significó perder 800 millones, casi el 8% de las reservas disponibles que tiene.
Por eso, dijo el presidente dijo que se iba a reunir con sus funcionarios ese sábado para ver qué hacer.
Un sudor frío debe haber corrido por la espalda de algunos funcionarios. Ya hace semanas que se habla de que el Banco Central podría restringir aún más el cepo. Y las palabras de Fernández apuntaban en ese sentido. El mismo sábado muchos comenzaron a suponer que mañana, ante la posibilidad de que se cercenara aún más el acceso al dólar ahorro, el dólar paralelo o blue se disparara complicando aún más el delicado equilibrio del Banco Central.
De manera que por la tarde los funcionarios de Economía y del propio Central salieron a correjir en tropel a Fernández y a jurar que de ninguna manera estaba en los planes achicar el cupo de 200 dólares o prohibir a quienes cobran el IFE que hagan puré.
Pero eso no quiere decir que el tema no siga siendo una papa caliente. La emisión constante de pesos termina sí o sí presionando sobre el dólar. Debería saberlo el Presidente antes de pensar en voz alta en público sin tener claro qué decir: en Argentina, con el dólar, no se juega.
