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Cadena 3

Poder Judicial

Cita con la vergüenza

La Corte es de lo poco que queda sin ser es totalmente K. Desde el inmenso poder K, el presidente presiona sin disimulos. Pero los "nazis" son 10 rafaelinos tocando bocina.

28/09/2020 | 14:31

El gobierno kirchnerista tiene el control pleno del Poder Ejecutivo y maneja 19 de las provincias. Al resto de las gobernaciones las lleva y las trae con dinero. Cristina Fernández controla a botonera el Senado. Lo único que le falta allí para hacer lo que quiera son los dos tercios. Y en Diputados tiene la primera minoría, fácilmente expandible a la mayoría con aliados y diputados dispuestos a negociar. Siempre los hay. El Poder Judicial está repleto de magistrados designados en los 12 años K.

Hay pocos antecedentes de semejante poder acumulado.

Lo único que no sabemos si controla o no es la Corte Suprema de Justicia. Digo no sabemos porque de todos sus miembros, uno fue designado por el peronismo antes de los gobiernos K, dos fueron designados por los K y el otro es un peronista que fue ministro de Justicia de Néstor Kirchner. Hay un solo integrante de la Corte que es seguro que no es peronista: Carlos Rosenkrantz.

Pero el poder K quiere más. Busca copar lo poco que escapa a su poder en la Justicia para garantizar que las investigaciones por corrupción queden en la nada.

Eso es lo que está en juego y por eso es tan relevante si mañana la Corte Suprema avala o no la decisión del Senado cristinista, al que le tomó minutos correr de sus puestos a tres jueces que investigaron e investigan causas que involucran a Cristina Fernández.

El compromiso de Alberto Fernández de garantizar la impunidad de su vice, que es quien lo hizo candidato a dedo, es total. Cómo será que, en una de las peores crisis económicas de la historia argenta, que es decir mucho, y en coincidencia con la crisis sanitaria, el presidente del país concentra todo su esfuerzo en esta guerra contra la Justicia. Lo primero es lo primero.

Por eso el viernes y el sábado, luego de una semana que fue un tembladeral económico, el presidente y sus funcionarios se dedicaron a una tarea para ellos fundamental: presionar, sin disimulo alguno, a la Corte Suprema para que mañana avale la destitución de los jueces. Todo bien violatorio de la Constitución nacional y de los principios de la república.

Eso sí: como la hipocresía no se le niega a nadie esos mismos funcionarios salieron a señalar a un grupo de automovilistas que en Rafaela pasó frente a la casa de uno de jueces supremos, Ricardo Lorenzetti, para pedirle con bocinazos que rechace el traslado de los jueces. Alberto Fernández acaba de darse el lujo de asociarlos al “fascismo” y al “nazismo”.

Es cierto que ningún juez tiene por qué ser molestado por nadie a la hora de fallar. Pero salir a marcarle la espalda a un grupito de vecinos por tocar bocina mientas el presidente comanda desde los medios y las redes sociales una operación pocas veces vista de casi todo el poder contra lo poco que queda sin colonizar en la Justicia es una cita con la vergüenza.

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