Fernández acaba de considerar que los dirigentes gremiales del campo son “militantes encubiertos” al servicio de un partido, de Cambiemos. Claro, los kirchneristas parecen creer que todos son como ellos. Que todos hacen, por ejemplo, como Roberto Baradel, el jefe sindical de los docentes bonaerenses. Ese sí parece tener su cargo al servicio de un partido.
Aunque los docentes bonaerenses están analizando la oferta salarial de Axel Kicillof, Baradel ya se la aceptó. Es más. Es probable que algunos gremios la rechacen. Pero ya avisaron que no harán paro.
Y eso que la oferta de Kicillof es pobrísima. Les ofrece un aumento de 8,5% para marzo, poco más de la mitad que el 13,5 por ciento que fue el aumento definido por la Nación para el sueldo mínimo docente. Para la mitad de año Kicillof también ofrece un nuevo aumento que vuelve a estar a la mitad de lo que la Nación estableció como pauta.
Es difícil imaginar qué reacción habría tenido Baradel si a esta oferta se la hubiera hecho María Eugenia Vidal, la antecesora de Kicillof.
Casi nadie recuerda que el año pasado, luego de tres días de paro, Vidal le ofertó a Baradel no sólo ajuste automático con la inflación cada tres meses, sino un aumento adicional a la inflación de casi 16%. ¿Saben cuál fue la respuesta del gremio de Baradel? Bueno, no le quedó otra que aceptar esa oferta tan generosa, pero igual declaró otro paro.
Así actúa Baradel de un año a otro. Frente a un gobierno no K es de un modo. Frente a uno K es de otro. Fernández debe pensar que todo el mundo hace lo mismo.
