Las urgencias empiezan a apretar al gobierno de Alberto Fernández. También en la situación de los combustibles. Mientras la industria espera una definición en la ley de Hidrocarburos que iba a “blindar” Vaca Muerta y que aún no entró al Congreso, la depresión va a apoderándose del sector energético, que sufre precios congelados en el mercado interno, un dólar subvaluado para exportar, retenciones, una maraña de regalías e impuestos provinciales y municipales y gremios caros
Hoy se supo, por ejemplo, que la multinacional Schlumberger, uno de los jugadores grandes del petróleo mundial, de donde salió el expresidente de YPF Miguel Galuccio, va a vender el 50% de La Bandurria, una de las áreas que eran de las más codiciadas en Vaca Muerta. Se va. La empresa hace esto como parte de un ajuste global ante malos resultados. Y seguro que otra petrolera comprará su participación. Pero la señal es que, ante la necesidad de ajustar, de todos sus activos en el mundo Schlumberger, elige salir de Vaca Muerta.
A YPF no le va mejor. El valor de su acción sigue cayendo. Hoy perdió 3,4%. Su acción internacional está en 9,35 dólares, contra los casi 17 dólares que valía en agosto, cuando tras las Paso Macri comenzó a congelar tarifas y precios de combustibles.
Fernández venía a cambiar todo, pero en cambio lo profundiza. Alargó el congelamiento por un mínimo de seis meses. Y acaba de ratificar que los precios de la nafta y el gasoil van a seguir pisados.
Las petroleras y los inversores toman nota. No les gusta lo que viene. Y entonces se van.
