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Cadena 3

En la encrucijada

Hasta el mundo le pide a Alberto que deje Corea del Centro

Los chavistas lo consideran un tibio. Merkel le ruega que dé una "clara señal política" a los mercados. El presidente sigue confundiendo. Mientras CFK le cambia las leyes.

04/12/2020 | 13:22

La indefinición de Alberto Fernández sobre el rumbo de su gobierno -que en el fondo es la incertidumbre sobre quién gobierna en la Argentina- no es una fantasía del periodismo, del empresariado o de la oposición dentro del país.

Afuera del país también tienen la percepción de que nuestro presidente está estancado en Corea del Centro. Y la constatación llega desde todas las posiciones. 

Por un lado, el segundo hombre más fuerte de Venezuela, Diosdado Cabello, presidente del Congreso que inventó Maduro luego su golpe a la asamblea venezolana, calificó a Fernández de “tibio y frío”. En Caracas se ofendieron porque mientras Alberto encomió la carta del francés Macron por Maradona, ninguneó la de Maduro, como si Maduro fuera un "impresentable" para la Casa Rosada. Critican al gobierno argentino porque respaldó en la ONU que una comisión siga vigilando la violación de derechos humanos en Venezuela. Y temen que Argentina cuestione las amañadas elecciones legislativas que se van a realizar este domingo en Venezuela.

Casi al mismo tiempo, desde el otro rincón del ring ideológico, la política más prestigiosa del planeta, la conservadora alemana Angela Merkel hizo algo extremadamente inusual, una rareza múltiple. Primero, aceptó participar de la Conferencia Industrial Argentina. Y, segundo, le pidió ahí en la cara a Alberto Fernández, delante de todo el mundo, que “lance una clara señal política” destinada a recuperar la confianza de los acreedores internacionales. Si nada menos que Merkel te pide una clara señal, es porque sos confuso, ambivalente, vago, ambiguo.

En efecto, eso es Fernández, que ayer, después de escucharla a Merkel, y con un énfasis que le desconocíamos, dijo de repente que sólo la inversión de las empresas privadas puede revertir la pobreza y no el asistencialismo del Estado. Raro, después de haber acusado a los empresarios de miserables y especuladores, después de amenazarlos con la ley de abastecimiento, de intervenir mercados por decreto y de no parar de subir impuestos, como va a suceder hoy con el llamado “impuesto a los ricos”.

Poco antes de que Fernández dijera esto, el presidente acababa de resignar sin pelear su proyecto de fórmula jubilatoria ante Cristina Fernández, que ordenó cambiarlo por razones electorales, eliminando gran parte del ahorro fiscal que el presidente y su ministro Guzmán esperaban lograr para estabilizar la economía y, como dice Merkel, para dar una “clara señal política”.

A veces da la impresión de que el presidente quiere salir de Corea del Centro. Y que el problema es que no lo dejan.

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