Aparentemente, el próximo gobierno de Argentina vendrá con su propia moratoria de impuestos a empresas y aportes previsionales, como sucede casi siempre. Informaciones extraoficiales muy difundidas y hasta ahora no desmentidas dicen que tanto la UIA como la CGT reclaman no sólo planes de pago sino también lisa y llanamente el perdón de deudas. Quieren que todo forme parte del pacto social.
Y en el albertismo hay una honda preocupación porque, calculan, hay 400 mil empresas con graves incumplimientos ante la Afip. Todo eso puede ser cierto. Está claro que los impuestos son impagables en Argentina y que en la recesión eso se agrava.
El problema es que, al mismo tiempo, no hay presidente, gobernador o intendente que no esté pensando en… ¡subir impuestos! cuando asuma o reasuma en diciembre. En Capital Federal, Rodríguez Larreta va a poner un impuesto al turista que tendrán que cobrar los hoteles por noche de estadía, lo que los perjudicará aún más en la competencia desleal con los alquileres a través de plataformas digitales. El propio Fernández es casi seguro que subirá retenciones a las exportaciones al campo y tal vez a otros sectores. Los nuevos gobernadores, con Axel Kicillof a la cabeza, presionan para que caiga el pacto fiscal para volver a subir la alícuota del segundo peor impuesto del país, Ingresos Brutos.
Por encima de todo, está el primer peor impuesto del país, la inflación. Ahora, con el cepo, está perfeccionado. Sin poder ir al dólar, estás forzado a quedarte con los pesos en la mano, viendo cómo se desvalorizan.
Digo yo, si es evidentemente cierto que los impuestos son impagables, al punto de que hay 400 mil empresas en quebranto potencial ante la Afip, ¿cómo es que pensamos salir del problema subiendo impuestos? ¿no habría que bajarlos en lugar de subirlos? Bah, digo yo…
Tal vez, bajar impuestos sería mucho mejor en lugar de seguir repitiendo al infinito las moratorias, que castigan a quienes pagan y premian a los evasores.
