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Cadena 3

Medidas económicas

El cepo, cada día más cerrado y cada día más opaco

Cómo el dólar va quedando atrasado, se desalientan exportaciones. E importar se transforma en gran negocio. Entonces un burócrata vuelve a tener el poder de decidir a quién le permite importar y a quién no.

03/01/2020 | 13:55

Cada vez que un gobierno impone algún tipo de control de cambios, como el megacepo que está en vigencia para garantizarle al Estado dólares con los cuales pagar la deuda, los economistas advierten: ojo con extender esa medida en el tiempo. Es que la experiencia ya es muy conocida. El cepo tiene consecuencias nefastas que avanzan con los días.

Primero, ya se sabe, todos los que pensaban traer dólares, cambian de idea. Entonces el cepo, que cierra las canillas de salida de los dólares, termina cerrando las canillas de entrada de los dólares.

Pero hay más consecuencias. Primero, se desmoraliza a los exportadores. Hoy, por ejemplo, si alguien exporta 100 dólares en leche, con las retenciones le quedan sólo 91 dólares, pero no recibe dólares sino pesos al tipo de cambio mayorista. Si luego quiere cubrirse de la inflación y comprar dólares en el blue, esos pesos sólo le alcanzan para comprar 70 dólares. En términos reales, pierde 30% de los dólares que, con mucho esfuerzo, pagando impuestos y empleando gente en el país, logró facturar afuera.

Pero, por el otro lado, como este dólar oficial para el comercio exterior va quedando atrasado (hoy está en 59 pesos) es un gran atractivo para importar. Cada vez más empresas tratan de obtener esos dólares para gastarlos afuera, que es justo lo que se quería evitar. Entonces empieza una nueva puja. Y el gobierno tiene que terminar limitando importaciones. Y es justo lo que empezó a hacer la semana pasada. 

Están volviendo las famosas licencias no automáticas de importación que había impuesto Guillermo Moreno en las épocas de Cristina. Cuando llega ese punto, el permiso para importar depende de un burócrata que decide si se puede importar un producto o si no va a quedar otra que comprar uno que se haga en el país, aunque sea más caro o de peor calidad. Y da lugar a una muy opaca trama de permisos, favores, venganzas, sugerencias, ruegos y coacciones. Acabamos de entrar a ese lugar poco transparente en donde la discrecionalidad de un oficinista define en qué casillero de la ruleta caerán millones y millones de dólares.

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