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Cadena 3

La quinta pata del gato

Daniele y los peleles de Córdoba

El eterno sindicalista del Suoem prometió devolver a los empleados de la Municipalidad los fondos que Llaryora logró ahorrar en sueldos. ¿Quién el dueño del municipio?

06/10/2020 | 11:05

La cuarentena se ha ido flexibilizando y poco a poco cada uno vuelve a sus actividades. Las tareas también se van retomando en la Municipalidad de Córdoba y, por eso, ya empezamos a ver que la muni comienza a producir su producto más clásico de todos, que no es el tapado de baches ni el arreglo de semáforos sino el conflicto sindical.

En el último mes la interminable cantidad de delegados de las distintas áreas municipales ya estuvo calentando motores, con asambleas y manifestaciones. Y este lunes, en una de esas asambleas reapareció alguien a quien no veíamos desde que Martín Llaryora asumió como intendente. Reapareció Rubén Daniele, el sindicalista eterno que condujo el gremio Suoem durante 36 años y que lo sigue manejando tras bambalinas mientras espera que la Justicia le permita volver a ser empleado activo aunque ya tiene que estar jubilado.

Viaje al museo de cera

Y Daniele volvió con todo. Llamó “peleles” y “sátrapas” a Martín Llaryora y a sus funcionarios. También les dijo que son “gorilas liberales” peores que el exintendente Germán Kammerath. Y le advirtió al gobernador Juan Schiaretti que tiene que dejar de respaldar a Llaryora si no quiere pagar él las consecuencias de la furia de los municipales. Daniele predijo que Schiaretti va a tener que soltarle la mano a Llaryora tal como él forzó a Angeloz a soltarle la mano a Ramón Mestre (padre) y a De la Sota a soltársela a Kammerath. Daniele ha sido el dueño de hecho del municipio por tantos años que puede hacerte una visita guiada al museo de cera en cada uno de sus discursos si quiere.

¿Por qué tanto enojo con Llaryora? Bueno, porque Llaryora, apenas subió, le pegó al Suoem un sopapo tras otro, redujo privilegios de muchos municipales y achicó el gasto salarial de una Municipalidad que desde hace décadas se gastó todos los impuestos en sueldos carísimos sin que quedara un peso para invertir en -o aunque sea mantener- una ciudad decadente.

Ayudado también por la pandemia, que inmovilizó un tiempo al Suoem, Llaryora eliminó horas extras y extensiones de jornada, destituyó a jefes interinos que ponía el gremio, les quitó adicionales a centenares de empleados que figuraban como inspectores, entre otras cosas. Algunas de esas cosas el intendente ya las flexibilizó. Pero no dio marcha atrás sobre lo más importante: la reducción de la jornada laboral de 7 a 6 horas diarias para buena parte del plantel, con una reducción proporcional de sueldos.

Empleados ricos, dueños pobres

En síntesis: con Llaryora el Suoem dejó de comerse todo el presupuesto municipal y ahora sólo se come la enorme mayor parte del presupuesto municipal. Según estimaciones no oficiales, en los últimos 5 meses Llaryora pagó en salarios unos 1.200 millones de pesos menos de los que hubiera pagado si la nómina hubiera sido la misma de enero, febrero y marzo. Es la primera vez que algo así sucede.

Por supuesto, el Suoem no lo acepta. No lo pudo evitar, pero no lo acepta. Están acostumbrados a tener salarios que duplican o triplican el salario promedio del salario privado en blanco de quienes viven en Córdoba y deben costear los altos impuestos municipales. Y no quieren perder esa distorsión a su favor. No les importa si el desempleo entre quienes les pagan el sueldo llegó a casi 20% el desempleo, como es el caso en el Gran Córdoba. Tampoco le importa al gremio si apenas el 33% de los cordobeses que mantienen el municipio tienen empleo.

Esta batalla, que la cuarentena fue postergando, es la que está en ciernes. El Suoem y el municipio se preparan a negociar una paritaria, lo que ya en las actuales circunstancias económicas de la Argentina es una especie de privilegio. Pero Daniele les acaba de prometer a sus afiliados no sólo eso sino recuperar todo lo que Llaryora logró. 

Si eso es así, se viene un duro conflicto en el que los vecinos van a pagar las consecuencias, con fuerte desgaste para el poder político que hemos elegido.

¿Quiénes son los peleles?

Daniele, sagaz y astuto, reafirmó ayer un clásico que le dio grandes resultados en 36 de carrera gremial: identificar a Llaryora como su enemigo, como el patrón malo que no le paga lo que él le demanda; identificar a Llaryora con el municipio. De ahí los insultos personalizados: “pelele” y “sátrapa”, entre otras cosas. 

La verdad es que el patrón de Daniele no es Llaryora. Somos nosotros, los vecinos de Córdoba, que, ganando la mitad o un tercio de lo que cobra un municipal promedio, pagamos los caros impuestos de una ciudad empobrecida, desgastada y destruida.

Y somos nosotros entonces los que tenemos que decidir si vamos a ser peleles; si vamos a ser personas débiles, de poco carácter, que se dejan manejar por los demás muy fácilmente, que eso es lo que quiere decir “pelele”. Porque el dueño de la ciudad no es un intendente. Los dueños de la ciudad somos nosotros.

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