Cabandié, ni eso (Por Adrián Simioni)

Agro y ecología

Cabandié, ni eso

20/05/2020 | 14:42 | Es insólito que Argentina tenga como ministro de Ambiente a alguien que se dedica a repetir las falsedades más berretas del lobby antiagro global.

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Como si no hubiera suficiente lobby mundial pseudoambientalista para atacar la producción de alimentos, Argentina, que básicamente vive de eso, se da el lujo de colocar en altos cargos públicos a personajes que se dedican a repetir con total irresponsabilidad las mentiras y las exageraciones que acusan al sector agroindustrial de intoxicar a todo el mundo.

Estamos hablando de Juan Cabandié, ministro de Ambiente de la Nación. Entre otras ridiculeces, Cabandié acaba de considerar al glifosato, el agroquímico que se usa contra las malezas, como un “veneno”.

Peor: dijo que en las escuelas rurales “se fumiga la cara de los niños” con glifosato y dio por cierto que hay muertes por glifosato, algo que ningún estudio científico medianamente serio ha podido probar. Hubo pseudocientíficos argentinos que mataron fetos de ratones inyectándoles glifosato, pero también los hubieran matado si les hubieran inyectado iguales dosis de Coca-Cola. Ni el glifosato ni la coca cola entran a los fetos así. Y nadie propone prohibir la Coca-Cola.

Vamos a repetir obviedades que el ministro Ambiente de uno de los principales productores de granos del mundo ignora.

Primero, ni la Unión Europea ni Estados Unidos, que tienen los estándares ambientales más altos, han desautorizado hasta ahora el glifosato, después de más de una década de presiones y de estudiar centenares de investigaciones. Es más, el glifosato se usa para las malezas no en los campos sino en los jardines de las casas en Europa.

Segundo, la Organización Mundial de la Salud tampoco encontró evidencias de que sea cancerígeno. Por eso lo tiene calificado en la categoría 2A como “probable cancerígeno”. Si a Cabandié eso le preocupa va a tener que ponerse las pilas, porque en la misma categoría están: las salchichas, los chorizos, las carnes rojas, el café caliente, el mate caliente, las emisiones que suceden cuando fritamos milanesas y papas, la quema de leña en asadores y estufas, las emisiones de gasoil al quemarse y el trabajo nocturno, entre miles de otras cosas de las que estamos todos los días mucho más cerca que del glifosato. No va a dar abasto Cabandié para alertarnos de todos los "venenos" que nos rodean.

Es más, Cabandié tendría que prohibir ya el alcohol y el tabaco, porque la OMS los tiene en las categoría 1 -no en la dos- como cancerígenos comprobados y los considera las mayores causas de cáncer en la población.

Tercero. Respecto de la “fumigación en la cara de los niños”, Cabandié ofende a las decenas de miles de productores y empleados que se esfuerzan día a día por cumplir las mejores prácticas. Y a los miles de productores de todo el país que se han bancado la pérdida de valor de sus tierras donde, por estar cerca de poblaciones o escuelas, no se puede usar glifosato. Eso ya está prohibido.

Es insólito que nada menos que Argentina tenga un ministro de Ambiente que diga semejantes gansadas, tan dañinas. Es como si el ministro de Ambiente de Arabia Saudita encabezara las manifestaciones para prohibir el uso de combustibles fósiles con el fin de frenar el calentamiento global. 

Con un agravante: el ministro saudí iría en contra de los intereses de su país, pero al menos tendría razón. Cabandié, ni eso: va en contra de su propio país, pero ignora el tema y se dedica a multiplicar el error y la desinformación.