Así funciona la fábrica profunda del relato (Por Adrián Simioni).

Hegemonía

Así funciona la fábrica profunda del relato

23/11/2019 | 10:57 | La universidad "pública" que dicen defender es abruptamente privatizada a la hora de la propaganda. 

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La Universidad Nacional de Tierra del Fuego acaba de designar su aula magna con el nombre “Santiago Maldonado”. El acto se hizo con la presencia del hermano del activista ahogado en Chubut tras intentar cruzar un río al huir de la Gendarmería, luego de cortar una ruta.

Como estamos acostumbrados a estas cosas, el hecho pasó un poco por alto. Y no debería.

No debería porque es una perfecta muestra de cómo el kirchnerismo y el progresismo nac&pop ponen de prepo al Estado al servicio de su propaganda partidaria. Lo dejó claro el propio rector, Juan José Castelucci, al fundamentar la decisión. Dijo: “Queremos que no se invisibilice este caso porque creemos que se trató de una desaparición forzada”.

Al rector no le importa que un fallo de primera instancia haya sobreseído a los gendarmes y declarado que Maldonado se ahogó solo. Ni que una cámara haya aceptado reabrir el caso, pero descartando de entrada cualquier desaparición forzada. De hecho, la nueva carátula (presunto abandono de persona) enfrenta una paradoja: acusar a alguien de abandonar a otro que huye.

Al rector -en cuya universidad la Justicia debió suspender este mes las elecciones porque las listas opositoras no podían presentarse- todo eso no le importa. Él pone el Estado al servicio de la creencia de su grupo. Y al que no le gusta, se jode, se jode. Es cierto que estas decisiones suelen ser avaladas por los consejos superiores, básicamente controlados por empleados (profesores y no docentes) y alumnos. Con esta excusa, todas estas imposiciones ideológicas se hacen en nombre “de la comunidad educativa”.

Pero eso es menos que relativo. Primero, hay minorías o tal vez mayorías dentro de las propias universidades a las que les parecen fascistas estas formas de ir imponiendo una creencia hasta que sea una verdad. Pero no se sienten libres de decirlo. Temen ser sometidos a escarnio o frizados.

Pero, además, los millones de argentinos que pagan los impuestos que mantienen las universidades no tienen representación alguna en esos consejos. Millones de ellos no creen que Maldonado haya desaparecido ni que sea una víctima ni mucho menos que sea un héroe. Creen en lo que ha dicho la Justicia. Otros tantos no tienen ninguna posición tomada. Sin embargo, se tienen que comer que las universidades repitan lo contrario hasta el hartazgo para transformar la interpretación de una facción en una verdad totalitaria, impuesta a todos los demás.

La universidad "pública" que dicen defender es abruptamente privatizada a la hora de la propaganda. 

El kirchnerismo universitario, ya que es presuntamente tan democrático, debería ser un poquito más ecuánime, honrar de verdad la pluralidad de la sociedad que lo mantiene y a la que dice servir, en lugar de transformar a las casas de estudio en una fábrica de militancia, adoctrinamiento y relato forzado, financiada con fondos públicos.