Todos los caminos conducen a la devaluación

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Todos los caminos conducen a la devaluación

30/09/2020 | 13:52 | Comprar dólares ya está prohibido de hecho. El comercio con el mundo está trabado: los metalúrgicos dicen que, así, sobreviven. Ni una baja fuerte de retenciones garantiza nada a estas alturas.

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El gobierno viene probando todas las fórmulas para tratar de que el dólar no aumente y a la vez no perder reservas. Pero es imposible tapar el cielo con las manos, igual que es imposible ignorar que la cordillera de pesos sin respaldo emitidos desde antes de la pandemia son demasiados para los escasos dólares que los argentinos se animan a sacar a la calle por la enorme desconfianza al gobierno. En esas montañas hay demasiados pesos para que por cada 77 de esos pesos aparezca un dólar, como quiere el tipo de cambio oficial. Sencillamente eso es irreal. La irrealidad se ve por todos lados.

Y todos los caminos parecen conducir a una devaluación blanqueada, oficial, en algún momento.

Primero. El cepo ya es una prohibición lisa y llana de comprar dólares. Con excusas, finalmente, prácticamente ningún argentino está autorizado a comprar el dólar ahorro. Los únicos privilegiados, como siempre, son los empleados públicos, aunque sus sueldos sean un continuo ATP 100% desde siempre. O sea: el único refugio contra la inflación son los dólares alternativos. Así, la brecha no se va a achicar.

Segundo. La restricción de dólares a las empresas que necesitan importar insumos, pagar deudas, cumplir sus obligaciones con proveedores externos que ya les han tenido la vela demasiado tiempo es insostenible. Es imposible decirlo más claro de lo que se lo dijeron los metalúrgicos cordobeses al ministro Martín Guzmán y al presidente del Central, Miguel Pesce: “No vamos a sobrevivir las nuevas restricciones”.

Lo dicen los industriales a los que Alberto Fernández, Matías Kulfas, Ignacio De Mendiguren venían a salvar.

Tercero. La alternativa de seducir a los despreciados productores del campo para que vendan soja y así entren dólares es peliaguda. De entrada, si se concreta la idea de bajar el nivel delirante de las retenciones implica, de hecho, una devaluación sectorial. Implica reconocer que con este dólar oficial y el nivel de incertidumbre que genera el gobierno Argentina no exporta ni soja.

Pero aún si se bajan las retenciones, no es seguro que eso active la ola de ventas que necesita el Banco Central para acumular algunas reservas. En una de las principales agroexportadoras del país se evalúa que las reducciones deberían bajarse como mínimo 8 puntos (en el caso de la soja que pasen de 33 a 25) para mover el amperímetro. Pero explican que, aunque bajen así las retenciones, los productores no van a vender toda la soja para quedarse con pesos. Le tienen demasiado miedo a la inflación.

Encima el precio internacional de la soja, que subió con fuerza desde los 220 dólares de mayo a los 285 de hace unos días, empezó ahora a mostrar una baja. Es otro desaliento para vender, ante la enorme incertidumbre.