Por qué sube tanto la ropa

La quinta pata del gato

Por qué sube tanto la ropa

14/05/2021 | 12:10 | Combo mortal: inflación generalizada, proteccionismo industrial, insumos importados más caros, salarios hundidos y comercios desaparecidos.

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Hace ya 14 años que hemos vuelto a convivir con la inflación constante. Somos casi el único lugar en el mundo que sigue con la suba generalizada de precios. O sea: somos expertos en sufrirla, pero no en liquidarla.

Pese a toda esa experiencia, cada mes la inflación sigue dándonos sorpresas. O supuestas sorpresas.

La sorpresa de abril fue la indumentaria, la vestimenta. Mientras la inflación general fue de 4,1%, las prendas de vestir y el calzado subieron mucho más: 6%. Ni hablar en los últimos 12 meses. La inflación general fue 46%. La de la vestimenta 79%, casi el doble.

Nuestro compañero Guillermo Panero relevó en los shoppings de Córdoba que una muda de ropa y calzado para hombres está arriba de 22 mil pesos y para mujer en 25 mil pesos. Son montos que superan un tercio del salario bruto promedio de marzo.

¿Por qué sube tanto la indumentaria? Obviamente, no tiene nada que ver con el mercado internacional. Argentina no exporta textiles. Así que la teoría del gobierno, por ejemplo, que culpa a la suba de la soja y el maíz por la suba de los alimentos, acá no sirve.

Primero, hay que aclarar que más de la mitad del aumento de la ropa no es culpa de quienes fabrican y venden vaqueros, vestidos y camisas. Es culpa de la política económica general que hace que todo haya aumentado 46% en el último año en promedio.

Ahora, el 35% extra que subió la indumentaria, ¿a qué se debe?

Una razón, es el viejo proteccionismo argentino. Para no perder dólares y al mismo tiempo beneficiar a los industriales textiles, el Gobierno prácticamente prohibió importar ropa y calzado. Sin esa competencia, la industria local sube precios. Es el comportamiento histórico del lobby industrial argentino.

La devaluación también impacta. Aunque se prohíba importar remeras chinas, para fabricarlas acá hay insumos que deben importarse sí o sí. Y esos insumos -algodón, fibras artificiales, telas- se encarecen cada vez que sube el dólar.

También desapareció parte de la competencia en el comercio. La cuarentena más larga del mundo liquidó a miles de tiendas. Hace un año que no hay fiestas, no hay salidas regulares, ocasiones de esparcimiento. En una sociedad en pijamas, nadie necesita corbatas.

También se ha reducido el financiamiento, al mismo tiempo que muchos hogares tuvieron que endeudarse por cosas más urgentes que una camisa. Así que hay un enorme consumo postergado. En ese marco, los negocios que quedan en pie tienen que ampliar al máximo el margen de facturación de las pocas cosas que venden, para poder solventar costos que, lejos de reducirse, se han multiplicado.

Es el drama de la inflación en Argentina. Siempre tiene sus explicaciones. Lo que no parece tener es remedio.